jueves, 27 de enero de 2011

Testimonio: Xabier Beortegi



Xabier Beortegi, ha pasado cuatro días con la Guardia Civil y tras ellos hasta el abogado de oficio lo vio claro. Ha sido «la experiencia más límite de mi vida», pero ayer sacó fuerzas de flaqueza para contarl0. No sólo el dolor de los golpes -«estaban obsesionados con los testículos»- sino sensaciones aún más profundas: «Llegué a asumir que tenía que ratificar la declaración ante el juez, pero en el último momento decidí que no, que le iba a decir la verdad».
Al contrario que en otras ocasiones, esta vez la rueda de prensa discurrió entre un silencio sepulcral. El testimonio no era para menos. Xabier Beortegi acaba de volver del peor viaje de su vida, según subraya. Un viaje tan duro en lo emocional como largo en lo físico; aún le sorprende recordar que un traslado de Iruñea a Madrid «debe durar unas cinco horas, pero a mí se me hizo eterno. No sé si serían 24 horas o cuántas, no lo sé».
Lo narró todo ante los medios ayer en Iruñea, en un testimonio entrecortado sólo una vez por la emoción pero manteniendo un tono sereno, incluso cuando llegó a la conclusión: «Ha sido la experiencia más límite de mi vida, y sólo espero que esto no le pase a nadie más. No se puede tener una cuadrilla de sicópatas así, haciendo lo que les dé la gana». Pese a la contundencia de la frase, no había odio en su expresión, sino ganas de difundir la verdad de su caso.
Beortegi es uno de los once detenidos en la madrugada del martes 18. Seis han terminado en prisión, por lo que no pueden narrar de modo directo qué ocurrió en esos cuatro o cinco días de incomunicación. Él sí decidió hacerlo, en orden cronológico y advirtiendo previamente de que lo haría de modo general, sin entrar en muchos detalles que seguramente harían la narración interminable y más dolorosa todavía. «Todo comenzó a las 2.00. Llamaron al timbre, salí en ropa interior y me encontré a tres guardias civiles apuntándome con pistola. Entraron todos a mi casa y me ataron las manos con unas cuerdas, pero durante el registro el trato fue correcto».
Las cosas iban a cambiar pronto, después de que fuera llevado en un Patrol a la Audiencia de Iruñea, «donde pasé ante un forense. Le declaré que el trato era correcto. Y a partir de ahí vino la pesadilla».
«No me mantenía en pie»
Otros guardias civiles se encargaron entonces del joven de Errotxapea, y antes que nada le dejaron claro que «eran un grupo especial. Me dijeron que hasta ahora todo habían sido risas, pero que entonces empezaba la pesadilla, y que yo estaba `muerto como militante'. Las amenazas sicológicas eran constantes: con la familia, con todo...»
En esa nueva fase, camino a Madrid, empezaron los golpes. «Estaban obsesionados con los testículos y con los tocamientos, pero también me pegaban en la cabeza. Poco a poco pierdes la noción hasta de quién eres. Se me hizo eterno. Cuando bajé del coche, no podía ni mantenerme en pie, no sé si por la tensión, por los golpes... Tuvieron que llevarme entre varios».
De ahí «al `agujero', a los calabozos». Beortegi remarcó sobre todo el silencio total y la oscuridad absoluta. Permaneció con un antifaz en la cabeza en todo momento. De vez en cuando lo sacaban para los interrogatorios. En ese punto de la narración hizo un alto para tragar saliva, y siguió: «Eran golpes continuos en la cabeza. Y me ha- cían estar en cuclillas hasta la extenuación; entonces, cuando no podía ya ni respirar, me ponían una bolsa en la cabeza. Todo esto era continuo», subrayó.
A partir de ahí, el joven de Iruñea captó cómo funciona el mecanismo de las autoinculpaciones: «Te van sacando nombres, los nombres que ellos quieren que salgan: entorno familiar, amigos, gente que trabaja contigo en el barrio... Te hacen hacer un organigrama». Todo ello entre golpes y humillaciones.
Llegó un momento, explicó Beortegi, en que «les dije `vale, colaboro, hago lo que queráis, digo que he matado a Manolete... Entonces aparecieron con las preguntas y las respuestas, escritas. Estuve una tarde para aprendérmelas. Metes `marrones' a los demás, te `enmarronas' tú mismo, lo que sea... Entonces te meten otra vez al `agujero' y la cosa se tranquiliza un poco. Luego vinieron y me dijeron `vale, pero esto es lo fácil, ahora ratifícalo ante el juez y saldrás en libertad'».
En ese momento, según admitió Beortegi, «yo asumía ya que eso era así. Pero en el último momento decidí que no, que iba a decirle al juez la verdad». Quedó libre en la tarde del viernes. Atrás quedaban más de 85 horas en manos de la Guardia Civil.
http://www.ateakireki.com/
http://www.kaosenlared.net/noticia/beortegi-agujero-hubiera-dicho-hasta-mate-manolete

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