jueves, 3 de noviembre de 2011

Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera


La vida para Cipriano ya había empezado como una batalla antes de decidir por qué quería luchar. Cipriano Mera (1897 Tetuán de las Victorias-1975 París) a principios del siglo XX era trapero, analfabeto y cazaba en El Pardo para poder comer. En el Madrid de 1910 se hizo albañil para mejorar su desesperada situación económica. Inmediatamente se sindicó en la asociación “El Trabajo” de la UGT de Largo Caballero, ya empezaba a dirigir sus esfuerzos a la lucha colectiva, Pero fue a partir de 1917 cuando tomó contacto con los grupos de afinidad anarquistas que le cautivaron definitivamente. “La idea” -como se conocía en el movimiento anarquista al concepto de justicia social y libertad- había entrado en su vida y ya no le abandonaría nunca. Cipriano formó “Los intransigentes” y “Acción y Silencio”, luchó en los enfrentamientos de la década trágica del pistolerismo patronal de los 20 y contra la Dictadura de Primo de Rivera. La prisión fue su maestra: aprendió a leer y escribir con 23 años. Las crónicas de la época lo describen introduciéndose en las obras de la construcción para ponerse a trabajar sin estar contratado: a los que se “significaban” la patronal les impedía ganarse el pan.
La CNT, entonces clandestina, será su primer gran amor junto con Teresa, su compañera fiel. El primer hijo de la pareja murió de pobreza; el amor no era suficiente. En su tiempo libre actúa en el teatro social de los ateneos para campañas de solidaridad con los presos: “Juan José” y “El Alcalde de Zalamea” le emocionaron y cuentan que fue en un actor entregado.
Tras muchos asaltos, huidas, huelgas, descarrilamientos, persecuciones, robos de explosivos y una vida entre el andamio, la cárcel y el ateneo, Cipríano a principios de los 30, ya se ha convertido en el gran líder obrero. Es él quien dirige a los más aguerridos Grupos Confederales de Defensa de Madrid. Sus compañeros le siguen sin dudar. Su inteligencia e instinto de cazador furtivo les salvarán de la muerte en más de una emboscada.
También durante la República fue encarcelado en varias ocasiones. Participa en la insurrección de Zaragoza del ’33 junto con Durruti, Ascaso, Issac Puente…
Aquello era la “gimnasia revolucionaria” con la que la CNT templaba sus músculos sindicales de 1.500.000 afiliados. Cada vez cobraba más importancia la necesidad de estar preparados; primero para los ataques de los pistoleros de la patronal, pero en poco tiempo se vería que también para algo más….continúa en Vivir de pie.

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